50 sombras de Grey

 
El "boom" del libro (bueno, de la trilogía) de la inglesa Erika Leonard James ya pasó... pero volverá. La película ya tiene fecha de estreno (agosto de 2014) y es de esperar que se produzca un repunte de ventas de libros aparte del indudable taquillazo de la película.
 
Y digo indudable taquillazo no porque no haya dudas sobre la calidad de la película, que bien puede ser entretenida al menos (a pesar del libro), sino porque cuando echa a andar la maquinaria del marketing nos venden lo que quieren sea bueno o malo... y esa maquinaria empezó a funcionar con la publicación del libro y no ha parado un momento, porque el propio casting de actores lo han adornado todo lo que han podido e incluso uno de ellos (Charlie Hunnam) abandonó el rodaje y ha dado más que hablar, alimentando así esa maquinaria. 

Cuanto más se habla de 50 sombras de Grey más expectación se forma en torno a todo lo que tenga que ver con ello... incluso aunque se hable mal, como voy a hacer yo ahora, pero mi intención es prevenir a posibles despistados/as (si es que quedan).
 
Admito que no leí ni el primero de los libros entero, lo cual puede restarme criterio... pero es que no pude por más que lo intenté, tenéis que creerme. Lo siento, pero lo retomé en tres ocasiones después de haberlo abandonado otras tantas y al final, en el capítulo 16, las fuerzas mentales no me dieron para más.
 
La simpleza narrativa y de lenguaje del libro es exasperante. No me malinterpretéis, que no es que me crea yo una eminencia, pero es tal la simpleza que realmente llama la atención. Incluso quienes dicen haberse entretenido con el libro reconocen que no está bien escrito.

Entonces ¿Dónde está el truco? ¿En una superhistoria? Bueno, ahí ya entran los gustos de cada cual y sobre gustos es absurdo entrar en discusiones... pero ¿Vale la pena una buena historia mal contada? Un chiste mal contado pierde la gracia, y una historia mal contada pierde el interés (digo yo, vaya).

Supongo que muchas personas se acercarían por primera vez a la literatura erótica con 50 sombras de Grey, y ahí influiría el factor sorpresa. De hecho, el único mérito que le veo al libro es que algunos fragmentos "encienden"... pero como lo hace casi cualquier escena erótica.
 
Una chica con la inteligencia que se necesita para pasar el día... y convertirse en una sumisa esclava sexual; y un chico estilo macho ibérico pero con clase (la que le da estar podrido de dinero). Juntamos eso y tenemos 50 sombras de Grey.
 
Fruncir el ceño, morderse el labio, uau, insistencias culinarias, lo controlador y expertísimo que es Grey y otras cursilerías repetidas tantas veces que dan para un capítulo como "la diosa que llevo dentro"... se diría que llenan medio libro y digo que llegan a hacerlo insoportable.
 
Y lo más llamativo de todo es que este libro (que podría parecer destinado a hacer las delicias de los hombres con una señorita Steele dispuesta a que Grey le diga "Te follaré cuando quiera, como quiera y donde quiera" y darle en el gusto) resulta que es más bien para mujeres. Puedo imaginar a las feministas tirándose de los pelos, e imaginaría igualmente a cualquier mujer actual molestándose por la altura a la que se las deja aquí (reafirmando tantos de esos clichés que tanto tiempo y dolor les había costado desterrar)... pero resulta que a las mujeres mayoritariamente parece gustarles el libro.
 
La influencia del libro ha sido tal que se le atribuyen separaciones matrimoniales, por mujeres que dicen que quieren un Grey en su vida... un Grey que suelta cosas como "Te adiestraré para que me complazcas" y la señorita Steele por supuesto las acepta y se lo pasa siempre bomba (exigencias del guión)... cuando todos sabemos que si en la vida real insinuamos a nuestra pareja algo lejanamente semejante a lo del libro nos ponen, en el mejor de los casos, a dormir en la habitación de al lado.
 
Pero en fin... iremos a ver la película, ya sea por curiosidad (esa que mató al gato) o porque nos arrastren nuestras parejas ;-)....
 
Ahora, amigos, quedáis prevenidos; y ahora, amigas, acepto vuestras críticas a mi crítica.

 

Tomás Vega Moralejo